Los tumores del aparato locomotor no son muy frecuentes y generalmente son benignos, pero el hecho de que cuando son malignos su gravedad sea máxima, hace que sea imprescindible su detección precoz y tratamiento. Asimismo el hecho de que cuando afectan al hueso, generalmente lo hagan en personas muy jóvenes, e incluso niños, les confiere una especial gravedad y dramatismo.

Los tumores que asientan en las partes blandas (músculos, tendones, grasa…  etc.) son tres veces más frecuentes que los que afectan al propio hueso. Ante todo bulto que aparece en el aparato locomotor es preciso realizar un diagnóstico preciso y confirmar su benignidad o malignidad. Los datos que confieren sospecha de malignidad a un bulto son, el dolor, el aumento de tamaño, su localización superficial o profunda, su dureza, etc. Ante cualquiera de estos signos es necesario realizar un estudio, clínico, radiológico, resonancia nuclear magnética e incluso una biopsia para estar seguros de que no se trata de un tumor maligno.

El hecho de que los procesos malignos sean poco frecuentes, hace que la experiencia en su diagnóstico y tratamiento sea limitada y por tanto deban ser siempre valorados y tratados por personas con amplia experiencia en este campo y relacionadas con las especialidades que deben participar en el tratamiento de estas lesiones. El manejo inadecuado de estas lesiones y la demora en su tratamiento, puede traer consecuencias funestas para el paciente. Por el contrario diagnosticados a tiempo y tratados desde el inicio por equipos bien entrenados consiguen una tasa muy alta de buenos resultados.