La Rotura de uno de los Meniscos de la Rodilla trae consigo un cambio biomecánico y de transferencia de fuerzas que aumenta la sobrecarga de los cartílagos femoral y tibial, favoreciendo de esta forma su evolución degenerativa hacia una artrosis de rodilla. La meniscectomía parcial es el tratamiento de elección de la rotura meniscal, regularizando los bordes del menisco con el fin de disminuir el dolor y evitando que la interposición de restos meniscales puedan bloquear la articulación dañando aun más el cartílago articular. Aun así, la meniscectomía parcial no evita la propensión al avance hacia una artrosis de rodilla de la rotura meniscal.


En la rodilla tenemos 2 meniscos (interno y externo) que son estructuras de fibrocartílago que se interponen parcialmente entre la superficie de la tibia y los cóndilos femorales. Los meniscos son importantísimos en el adecuado mantenimiento y funcionalidad de la rodilla ya que cumplen diferentes funciones, como son:

  • Estabilidad articular. Los meniscos se ‘acoplan’ a las superficies de la tibia y del fémur mejorando la adaptación o coaptación de las formas del fémur y la tibia, lo que se llama congruencia articular y esa mejor adaptación supone aumentar la estabilidad pasiva de la articulación.
  • Aumentan el área de transmisión de fuerzas entre el fémur y la tibia, con lo que la presión que tienen que soportar los cartílagos articulares por unidad de superficie es menor, disminuyendo el sufrimiento articular.
  • El material que conforma los meniscos así como su microestructura le aporta unas propiedades tensiles y compresivas que le permiten absorber y amortiguar una parte de las fuerzas que intervienen en la articulación, disminuyendo de esta forma el ‘trabajo’ de amortiguación y absorción de impactos que deben realizar los cartílagos articulares minimizando el sufrimiento articular.

Los meniscos pueden sufrir una rotura, cuyo origen puede estar relacionado con causas degenerativas o traumáticas y ello trae consigo la imposibilidad de mantener su funcionalidad y sus características al 100%. Esta rotura meniscal tiene como consecuencia una disminución en su capacidad de absorber y amortiguar las cargas e impactos que sufre la articulación de la rodilla, lo que se traduce en un aumento de las cargas soportadas por el cartílago femoral y el cartílago tibial. Este aumento de las cargas soportadas o el estrés soportado por los cartílagos articulares han sido cuantificadas en diferentes trabajos, como por ejemplo en el estudio de Zhang y col «Effect of degenerative and radial tears of the meniscus and resultant meniscectomy on the knee joint: a finite element analysis«, donde basados en un modelo 3D realizado específicamente analizan las diferentes fuerzas que afectan a los cartílagos articulares de la rodilla y meniscos, en función de la integridad meniscal, rotura meniscal o meniscectomía parcial. Estos autores ya han demostrado ese aumento de fuerzas que tienen que soportar el cartílago femoral y el cartílago tibial ante pequeñas roturas de menisco, con lo que realmente disminuye la protección del cartílago aumentando el riesgo de evolución de la artrosis de rodilla.


Tal y como se aprecia en el gráfico referido a datos de compresión en posición de rodilla extendida y estática (hay ligeras variaciones cuando la rodilla está flexionada o se toman otros datos como la tensión de cizallamiento o la extrusión del menisco), la rotura meniscal (bien por causas degenerativas o traumáticas) trae consigo un aumento del sufrimiento del cartílago articular que se cifra (según el estudio al que hemos hecho referencia) en un aumento de las presiones soportadas tanto por el cartílago femoral como por el cartílago tibial. En este caso se está trabjando con pequeñas roturas meniscales y no es difícil adivinar que roturas mayores de menisco o roturas de otro tipo (como en asa de cubo) van a traer consigo una funcionalidad de rodilla más deficiente todavía, con mayores presiones soportadas por los cartílagos y un peligro de degeneración mayor. Este aumento de la presión soportada por los cartílagos articulares puede favorecer su evolución hacia una incipiente artrosis de rodilla. La meniscectomía parcial del menisco interno, no resuelve el problema del aumento de presiones soportadas por los cartílagos articulares, con lo que se mantiene dicho aumento de presiones con respecto a una rodilla normal con meniscos intactos y por tanto el riesgo aumentado de degeneración del cartílago y evolución hacia la artrosis de rodilla.


Ya hemos dicho que los cambios producidos por una rotura meniscal, bien de tipo degenerativo o traumático, deterioran la funcionalidad de la articulación y que dicha funcionalidad no se recupera con la meniscectomía parcial, aumentando las posibilidades de que la articulación evolucione hacia una artrosis de rodilla. En este sentido, sí que hay trabajos en los que se demuestra la relación existente entre la rotura de menisco y el aumento de incidencia de artrosis de rodilla. En el gráfico adjunto obtenido del trabajo de Hog y col, «Prognostic Factors of Mid- to Long-term Clinical Outcomes after Arthroscopic Partial Meniscectomy for Medial Meniscal Tears» se observa la evolución radiográfica (mediante el grado de Kellgren-Lawrence) a lo largo de los años tras una meniscectomía parcial.



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